martes, septiembre 06, 2005

CHILE, Un paìs solidario

El otro día se realizó una actividad por la pastoral juvenil de la Parroquia.
Sacrifiqué mi fin de semana, y muy temprano por la mañana me reuní con mis compañeros.
Día 1. Recolección de alimentos.
Nos dividieron en grupos y nos designaron un sector.
Caminamos bastante, y las mochilas aumentaban cada vez más su peso, desde cajas de fósforos hasta cebollas fue lo que recibimos, el entusiasmo de los jóvenes aguantaba todo, insultos e interrogatorios, el discurso: -“Hola, buenos días, somos jóvenes de la parroquia y en el mes de la solidaridad venimos a pedirle una cooperación en alimentos. – Sí, es para la pastoral juvenil y para los niños del jardín parroquial. –Muchas gracias.
Día 2. Aporte en dinero.
Las cosas estuvieron más difíciles, coincidimos con los bomberos y la gente se excusaba diciendo que anteriormente había cooperado.
Día 3. Sal y luz del Mundo.
El sueño me venció, pero creo que consistía en entregar una bolsita con sal y un mensaje. Algo muy lindo en verdad, para compensar a todos aquellos que nos habías colaborado con su aporte.

Como resultado de esta actividad, se puede extraer que en un fin de semana largo se trabaja mucho o se tiene el sueño demasiado pesado como para no abrir la puerta, que como siempre la gente más humildes por decirlo de algún modo, es la más bondadosa y solidaria, que las personas prefieren la comodidad de decir que no tienen nada (aunque sus casas no lo demuestren) a devolverse a buscar algo. Y que se cree que dando una vez ya somos buenos samaritanos.
También aprovecho de dar un mensaje para el alcalde, aunque no creo que lo lea, necesitamos una campaña que incentive el uso de timbres en las casas, por que mi voz fue la principal afectada y la palabra “Aló” quedó un buen tiempo rebotando en mi cabeza.

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